Quizá un ¡te veo en el patio!, un ¡te espero a la salida!
o quizá un ¡te voy a coser a (…) durante el partido! (dejen trabajar su
imaginación para completar la frase) ya no sean expresiones propias de niños/as
inocentes o adolescentes seborreicos capaces de imitar las artes del mismísimo
diablo para conseguir popularidad o liderazgo. Y eso me preocupa. Me aterroriza
ver a los padres inmaduros, pero ya no tan inocentes, liándose a guantazos de
primera división con sus propios hijos presentes que, asustados y perplejos,
asisten a la suspensión de un partido que había sido previamente un simple
testigo de las peloteras esperadas en una competición de fútbol infantil.
Vergonzoso. Cada vez emergen más agresiones entre niños y/o jóvenes dignas de
la mente del más perverso asesino. Pero ahora lo entiendo todo. ¡Que viva el
deporte patrio!