Llora, hombre, llora.
Ahora que nadie te ve, presenta tu conciencia al mundo.
Por un momento, deja caer lágrimas de pena y sufrimiento de ayer.
Regala tu corazón mordido a la soledad del hogar que te acoge.
Grita hoy sin temor lo que aquel día callabas con pudor; ya sabes dónde viven los monstruos.